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sra_danvers ([personal profile] sra_danvers) wrote2010-04-27 10:35 am
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INESPERADO, por KAY MORGAN


Quiero compartir con todos una Perla que me regalaron a mí y a mi grupo de locos por nuestro fandom y el slash. Su autora, la maravillosa Ravenclaw KAY MORGAN, no publica, así que lo hago yo para que todos podáis disfrutar de su genial manera de escribir, adulta y concisa, como a mí me gusta. Es hot, sus personajes son sólidos y respetan el canon, tocando precisamente uno de los tramos de los que se habla poco en el séptimo libro y tiene su miga...

Aviso que originalmente está escrita en inglés, esto es una traducción hecha por la misma autora. Seguidamente colgaré el original.

A disfrutar de este Neville/Snape, si os encantucia tanto como a mí me lo decís, que la autora también lo leerá.

OJO, esto no es mío, es de KAY MORGAN.

 
Inesperado
 
De Kay Morgan
 
Género: Slash. Calificación: +18. Pareja: Neville/Snape
 
Neville escupió en el suelo. No había sangre. Bien, pensó. A Alecto y Amycus Carrow les gustaba terminar sus Crucios con un movimiento de muñeca que enviaba a sus infortunadas víctimas a estrellarse contra la pared tras ellas. Pero Neville había descubierto que era más resistente de lo que él mismo hubiera creído. Aún tenía todos los dientes.
 
Se puso en pie con algo de dificultad y se sacudió el polvo de los pantalones, no tanto para aparentar despreocupación como para ocultar el temblor de sus manos. Su respiración era tan agitada que casi silbaba, pero no iba a derrumbarse. Hoy no, al menos. Levantó la vista.
 
Alecto se estaba mirando las uñas. No tenía el más mínimo interés en él, lo contrario que su hermano. Amycus le estaba mirando fijamente con ojos entrecerrados que no presagiaban nada bueno. Hizo una desagradable mueca despectiva y dijo:
 
─Bien, bien, Longbottom. Parece que vas a necesitar una otro tipo de disciplina para aprender la lección.
 
La mirada lasciva que le lanzó hizo que a Neville se le encogiese el estómago. Sabía que su recién descubierto valor no le serviría para superar eso.
 
En ese mismo instante la puerta de la clase se abrió lentamente y una chica de Ravenclaw de tercer curso, medio paralizada por el miedo, entró vacilante en la habitación. Con voz débil dijo:
 
─Profesores… eh… Siento mucho interrumpir pero… pero traigo un mensaje del Director.
 
Se detuvo un segundo y miró a los Carrow con los ojos muy abiertos. Ambos parecían sorprendidos pero permanecieron callados, así que continuó:
 
─El Director desea recordar al Sr. Longbottom que ya llega tarde a su cita diaria en la oficina del Director y que será mejor que se presente allí inmediatamente o que se prepare para que el castigo sea proporcional a su ofensa.
 
La chica inspiró profundamente tras la larga frase que, obviamente, había memorizado bajo coacción. Al mismo tiempo, tuvo la presencia de ánimo de salir y cerrar la puerta de nuevo.
 
Neville volvió la vista hacia los Carrow con cautela. Alecto parecía un enorme bacalao con la boca abierta y la mandíbula colgando de la sorpresa. Amycus aparentaba estar furioso pero hizo un gesto con la mano hacia Neville indicando que podía irse y le volvió la espalda.
 
Caminó apresuradamente hacia la puerta y salió de la clase con la cabeza dándole vueltas. ¿Mi cita diaria? ¿De qué está hablando ese bastardo grasiento?, pensó alocadamente. Dudó un momento en el pasillo, pero entonces se acordó del castigo desconocido que le esperaba y se dirigió hacia el despacho del Director con sombría determinación y el corazón encogido.
 
La gárgola se apartó en cuanto le vio. Cuando llegó el final de la escalera giratoria, esa voz familiar, capaz de helar la sangre, le ordenó inmediatamente que entrara. Lo hizo y se acercó rápidamente a la mesa elevada, armándose de valor y tratando de no mirar a lo que le rodeaba, tan dolorosamente evocador de tiempos más felices. Se detuvo justo al borde del estrado, se puso derecho y se quedó de pie con los brazos cruzados, esperando. Ya no me asustas como solías hacerlo, meditó. Ahora sé que hay cosas peores que las palabras crueles.
 
Snape levantó la vista de un trozo de pergamino y fijó sus ojos en los de Neville. Tenía el aspecto enfermizamente pálido y sombrío que era habitual, pero Neville reparó en los hombros ligeramente caídos y en las ojeras oscuras bajo sus ojos. Se alegró en cierto modo de que ese bastardo asesino tampoco pudiera dormir. Pero esa mirada silenciosa estaba empezando a ponerle nervioso. Se concentró en no apartar los ojos de aquellos pozos negros sin fondo.
 
─Debo confesar que estoy impresionado de que hayas tenido las narices de resistir a Carrow hasta el punto de que quiera someterte a través de la violación─ dijo el hombre. Neville abrió los ojos como platos, dejando caer los brazos a sus costados.  ¿Ha estado escuchando ese bastardo? ¿De qué va todo esto? Snape siguió hablando:
 
─Supongo que eres consciente de que no parará hasta que se haya despachado contigo.
 
Neville tragó saliva ruidosamente. Su estómago se encogió más que nunca.
 
─No me rendiré sin pelear─ consiguió responder. Snape alzó la barbilla y le estudió de nuevo con una expresión de altiva satisfacción que Neville no supo cómo interpretar.
 
─Lo sé. Has cambiado mucho, Longbottom. Hubiera jurado que no estabas hecho de esa pasta─ dijo él. Neville no pudo evitar resoplar. Observó asombrado cómo los delgados labios de Snape se curvaban en una tenue y amarga sonrisa. Este tenía que ser uno de los signos del Apocalipsis, estaba seguro.
 
Snape se levantó de su silla y rodeó lentamente el escritorio hasta situarse mirando a Neville desde el borde del estrado. El joven no se atrevió a mover un músculo. Snape habló de nuevo:
 
─La única forma en que podrías escapar de él sería si alguien que sea superior a Carrow en la jerarquía de los Mortífagos te marcara como su objeto de entretenimiento personal.
 
Dijo las últimas palabras lentamente, como si fuera reticente a pronunciarlas.
 
¿Qué quiere decir? ¿Es que quiere violarme en su lugar? Neville sintió como la sangre escapaba de sus miembros y un puño helado se cerraba sobre su corazón. Cruzó los brazos sobre el pecho en un gesto involuntario.
 
Ante esto, Snape apartó la vista y se volvió hacia el escritorio. Cuando habló, su voz sonaba claramente avergonzada:
 
─Por supuesto, sólo se requeriría una apariencia de relación.
 
Casi en un susurro, añadió:
 
─Contrariamente a las costumbres de los Mortífagos, no disfruto con la intimidad no consentida.
 
Neville tuvo que reunir una fuerza de voluntad antes desconocida para él únicamente para mantener la cordura ante aquellas palabras. Un remolino de imágenes, rostros y recuerdos daban vueltas en su mente. Casi pudo sentir, como golpes físicos, las piezas cayendo en su lugar. Se sintió aterrado, eufórico, enfadado, inseguro, aliviado. Sobre todas las cosas, se sintió impulsado a hacer algo, lo que fuera.
 
Subió al estrado y se acercó a la rígida figura de Snape. Puso suavemente las puntas de sus dedos en la palma de la mano del otro hombre. Snape dio un respingo pero no se movió. La voz de Neville sonaba ronca cuando dijo:
 
─¿Harías… Harías eso por mí?
 
Snape se volvió lentamente para mirarle. Neville nunca le había visto tan inseguro. El hombre giró la mano hacia fuera y tomó en ella los dedos que le habían tocado en primer lugar. Neville tragó saliva y se atrevió a alzar su otra mano. Tocó uno de los botones negros de la camisa de Snape con un dedo temblorosos.
 
Snape suspiró y dio un paso hacia delante. Rodeó la cintura de Neville con el brazo y atrajo al joven hacia sí. Neville se sonrojó ante el contacto de sus cuerpos pero no apartó la vista. Y entonces Snape le besó. Fue solamente un roce de labios, pero Neville se derritió.
 
Durante los minutos siguientes hubo un frenesí de labios, lenguas, manos, cuerpos. Snape le abrazaba con increíble fuerza, devorándole con su boca. Nadie había besado nunca a Neville así, con tal sutileza y deseo. Cuando finalmente le dejó tomar aire, las manos de Neville se habían entrelazado en ese pelo largo y negro, y estaba jadeando. Snape movió sus labios hasta la mejilla y el cuello del joven. Dijo:
 
─Sabía que te gustaban los hombres.
 
Neville gimió, excitado hasta el borde de la locura.
 
Y entonces Snape le levantó la barbilla con la mano y le hizo mirarle de nuevo.
 
─Esto debería bastar─ dijo con urgencia. ─Te revolveremos un poco más la ropa y podrás irte. Ellos están esperando en el pasillo. Entenderán claramente el mensaje.
 
A Neville se le cortó la respiración. Se aclaró la garganta, azorado, y dijo:
 
─¿No me deseas entonces? Hace un momento creí…─ Bajó la vista. ─No importa.
 
─Mírame─ dijo Snape. Lo hizo.
 
─No quiero forzarte─ añadió. ─Eres tan… exquisito.
 
Neville sintió cómo su corazón se henchía, no pudo evitarlo.
 
─No soy inexperto─ respondió. ─Quiero hacer esto.
 
Las negras cejas se alzaron con asombro, haciendo que Neville se sonrojase de nuevo. Snape resopló:
 
─De verdad has cambiado mucho.
 
Y le besó otra vez.
 
─Tú también─ se atrevió a contestar Neville una vez que aquellos hábiles labios se apartaron de su boca para acariciar su oreja. Se llevó un mordisco en el sensible lóbulo por su descaro que le hizo gemir con abandono.
 
En cuestión de segundos se encontró sentado en el borde del escritorio. Su camisa estaba completamente desabrochada y Snape le estaba instando a tumbarse. Aquellos labios demoníacos, aquella lengua tan caliente, estaban explorando su pecho sin ningún pudor. Sintió una punzada de timidez, pero la olvidó rápidamente cuando el hombre que le anclaba a esa superficie de madera procedió a morder delicadamente su pezón izquierdo. Se tomó su tiempo con éste, tanto como con el otro. Mientras tanto, Neville solo podía hablar con débiles gritos y sonidos guturales. Cuando los labios de Snape viajaron más abajo y besaron su vientre redondeado con fervor, no pudo contenerse. Susurró:
 
─Eres increíble… oh.
 
Su antiguo profesor se enderezó y le miró a la cara con tal intensidad que sintió como sus pantalones se tensaban aún más. Una incomodidad que no le iba a molestar por mucho más tiempo, ya que Snape se afanó entonces con su hebilla y su cremallera. Cuando su dura polla fue liberada, no se le dio tiempo para sentirse avergonzado. Dejando escapar un sonido de placer, el otro hombre cerró el puño firmemente alrededor del miembro erecto y presionó hacia arriba. Neville gritó, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos.
 
─Por favor─ dijo Neville. ─Me… Me voy a correr.
 
─Quiero verte. Quiero ver tu placer─ dijo Snape entre jadeos. Su voz, tan profunda y cultivada, era sexo puro ahora que su respiración estaba ronca por el deseo.
 
─Sí…. Pero contigo.
 
Neville alargó la mano hacia la entrepierna del otro hombre. Snape generosamente desabrochó su propia camisa y pantalones con un hechizo silencioso. Neville deseaba muchísimo tocarle. Rozó el pálido pecho distraídamente con una mano, mientras la otra y toda su concentración se fijaban en la polla dura y enrojecida que ahora se deslizaba suavemente contra la suya. La acarició con dedos firmes de la forma que a él mismo le gustaba. Snape suspiró y buscó su poca para darle más besos calientes. Empujó a Neville de nuevo sobre la mesa y masajeó sus dos pollas con dedos conocedores, mientras el joven le abrazaba y clavaba las uñas en la espalda sudorosa de Snape.
 
─¡Oh, Dios!─ gritó Neville. Estaba perdido en el movimiento rítmico, las pollas que se deslizaban, el sudor, el líquido seminal, el peso del cuerpo de Snape sobre el suyo, la voz de barítono que murmuraba en su oído:
 
─Eres tan increíble… tan hermoso.
 
Neville gimió ahogadamente al ser golpeado por su orgasmo: un delicioso instante de tensión seguido por una caída vertiginosa dentro de sí mismo. Al volver en sí, sintió como Snape se ponía tenso y hacer su donativo a la gloriosa mezcla entre sus cuerpos con un erótico gruñido.
 
Sosteniendo su propio peso con un brazo, Snape acarició el costado de Neville con dedos sudorosos, rozando con sus labios la sien del joven mientras éste recuperaba el aliento.
 
─Tienes que irte ya─ dijo tras unos minutos.
 
Neville se puso en tensión. Snape le besó suavemente en los labios y añadió:
 
─Pero no olvides nuestra cita de mañana.
 
Y entonces Neville sintió que no tenía ninguna razón para ocultar su sonrisa.
 
Se levantaron y Snape alargó la mano para coger su varita. Snape le detuvo.
 
─Nada de hechizos limpiadores. Apuesto a que será capaz de olerte en mí con ese nabo hiperdesarrollado que tiene por nariz. Snape resopló divertido y le besó lentamente, recolocando su ropa y la del otro con un hechizo. Neville todavía parecía recién pervertido con el cuello de la camisa abierto, sus mejillas sonrojadas y sus labios hinchados. Besó al Director una última vez y caminó con reticencia hacia la puerta.
 
Se detuvo en la entrada y se volvió para mirar a Snape. El hombre moreno parecía más vivo de lo que podía recordar haberle visto jamás, con color en el rostro y un fuego negro en los ojos. En voz baja Neville dijo:
 
─Esto ha sido inesperado. Pero no llegaré tarde mañana.
 
Snape le dedicó una sonrisa torcida y respondió:
 
─¿Quién sabe? Tal vez disfrutarías del castigo.
 
FIN
 



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